Se avecina la guerra y el gusano
en la manzana sonríe al alba,
mientras tanto yo me corto las manos.
Ayer, sumido entre fieros pensares
y las convulsiones de la resaca,
descubrí en mis ojos todos los mares.
Y a la espera la artillería cruel
evocando pólvora y municiones,
y a la defensiva el pecho y la piel.
He estado frente al vaso meditando
sobre todo aquello que me hace bien
a pesar de estar inmerso en el daño,
he estado exhausto en mis ganas soñando
con paredones y un signo en la sien
que me espabile del fiel desengaño.
Y la metralla a lo lejos embauca
esta furtividad de la caricia,
esta voz, este beso, esta causa.
La guerra se avecina bien lo sé,
y en ella la guarida de tus labios
que no han de preguntar por el después.
Ayer, entre el recuerdo y la hojarasca
me han saltado la ausencia y el deseo,
para escribir sobre tus alas blancas.
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