Después de todo, en los jardines
marchitan a diario los bancos y el otrora,
el diente de león se guillotina, el césped
a los pies de cualquiera se tiende
esperando en su muerte las crines
de un caballo que aleje el frío de la aurora.
Fuimos hechos de barro y espeso lodo,
de un verde que prevalece ante color
de la sangre, del filo del machete reclamando
los ojos cerrados y una mejor suerte,
de los silencios en los que canta la caracola
a mitad de la noche, sedientos y a solas.
Después de todo, del trajín y de los pasos
tropieza la lengua con los pies y el pasado,
el pecho se hace añicos, las recias costillas
se hunden entre nubes de talio y alquitrán
en un suspiro que delimita del cielo el ocaso
de un recuerdo de demonios plagado.
Fuimos un abrazo perdido entre las sombras,
un estertor siempre a la deriva y distante
en el tiempo, un rezo evocando la gloria
del cuerpo queriendo enraizarse en otro cuerpo,
una corona de espinas y un viento disidente
queriendo sanar las heridas en la frente.
Después de todo, de la clandestinidad
y del ronroneo de tu nombre indecible,
de la palabrería sin oficio, de las luces
amarillentas que me alumbran este vicio
pendiendo entre tu boca y mi moralidad,
te busco bajo el vientre un lugar apacible.
1 comentario:
Wow, creo que el ultimo parrafo me excitó... te dejo una coqueta mirada esperando que escribas algun dia con el bulto de tu pantalon.
Besos, Sabina.
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