octubre 10, 2013

Hay un rumor

Hay un rumor de azafrán
y media noche, un resquicio
por donde asoma la locura
y un gato muerto bajo el rugir
de las llantas de un coche;
y en mi mente la bravura del colibrí
debatiendo sus alas sin quicio.

Situadas en la patria de ningún lugar,
las piedras callan y tienden a marchitar
el semblante de los pasos no dados,
el rayo de luna, el cielo por él perforado.

Aquí todo muere rápidamente
sujeto al viento, bañado de alboradas
con perennes espejos por doquier
demostrando la vileza espabilada
en las costillas de estos tiempos;
y en las sienes de agujas marcadas
retumba un eco de grises campanadas.

Metido entre pensares y el mutis de mi boca,
son mis manos de sal las que equivocan
el cantar del verso en la muerte de diario,
el rito instaurado, el escozor de mi sudario.

Hay un rumor detrás del verde enarbolado
y la hojarasca, una apología estridente
que cruje entre feroces y ardientes brasas,
y un sofisma que de noche me sirve una copa
entre vaivenes de carmín y tibias resacas;
y en el pecho las manos ya sin tropas
que fusilen el latir de un demonio inclemente.

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