En la dialéctica de este latido perenne
nada ha de valer sino el moho de los panes
y la azul concupiscencia de los peces,
el sollozo de los mares, el vaiven salvo
por el que se pasean de noche los truhanes
y los gatos entre jardines de tulipanes.
Traigo un amor atorado entre las manos
y un verso que no puede aún decidirse
por la palabra certera y meramente decente,
en la que mi letra pueda más que decirte
que te quiero aquí, tan febril y amoralmente.
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