Eres mar que se encrespa al vendaval
y yo sólo un cúmulo de agua salada;
yo, soy ese extraño y acentuado mal
que busca en tu boca pasión azucarada.
Dios me maldiga a estas horas entonces,
en las que bebo un trago igual que yo
solitario y he de fumarme entre el tabaco
el recuerdo de aquel que en el otrora
fui y hoy no puedo siquiera saber si soy.
Pero, no mires nunca
la crueldad de mi reloj...
No hay comentarios:
Publicar un comentario