Con la vista puesta en un punto blanco,
angulada la cabeza, el frío en el latido;
con el brío y el estertor certero y franco,
con los sueños vagando en callejones perdidos.
Esta noche de hospitales
que me reservan una cama
busco salvar mi alma
de dios y todos sus males.
Hoy al medio día he visto al mismo
viejo y sucio mendicante
sufriendo sin sufrir por una moneda,
y me ha dado rabia su cinismo.
Hay quien se encarga de recordarnos
que estamos vivos aún cuando morimos,
a pesar del engaño trágico de la comedia
por ser a nosotros mismos a quien combatimos.
De nada sirve este arrepentimiento
ahora que a mitad de mis infiernos llueve
y no es más que el azufre lo que siento.
Con la vista puesta en un punto blanco,
desmembrada la calma, hambriento el vacío;
mientras en la locura los labios me arranco,
las manos, el pecho de este verso sombrío.
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