Negro ya el cielo
y los cigarrillos me miran silentes
vueltos cadáveres tristes
dentro del cristal del cenicero.
Los gatos afuera se pasean libremente
sin temor a las fauces de los perros
y los peces se multiplican sin milagros.
Todo es extraño
y no lo es
y eso es maravilloso
como sentir la arena bajo los pies
o aquello de beber
sin despertar malhumorado y resacoso.
Negro ya el cielo
y el ron pintado de coca-cola
que ahora mismo beso desde mi vaso
a la espera de mejores versos.
Todo es extraño
y la gente ante ello sonríe
y en su sonrisa hay algo mágico
como la gente que del todo vive
o como el poeta sobrevive
ante la magia que le lleva a lo trágico.
Los gatos afuera pasean libremente
las olas son mansas y frescas
y la gente parece no sufrir de desencantos.
Negro ya el cielo
y esta luna que no aparece.
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