Tengo cuentas pendientes
con la vida y con la muerte
y sin embargo, a veces sonrío
cual idiota o cual pequeño crío
adormecido, entre los cálidos brazos
de esta mala letra mía y del trago.
Me quito la estrellita de la frente
y un par de días después me la pongo
cuando entiendo de lo que dispongo
teniendo el corazón bajo el vientre.
Entonces me da romper el todo
y en todo ello, a puñetazos me rompo
cuando la lágrima repentina me nace
con su llanto que en la nada me rehace.
Estallo y las estrellas me muestran lo bello
de la dolencia y luego a solas canto
enamorado siempre del desencanto
y de la realidad contra la que me estrello.
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