Están por dar las cuatro
y del alba aún ni sus luces
ni de la noche el espanto.
Hace un par de días noté a la muerte
caminar tras de mí con gafas oscuras
y un talante veraz ahondado en el vientre.
Y están por dar las cuatro
y la mañana que no me llega
con la blancura del alabastro.
Hace tres noches que estoy bebiendo
con la inquebrantable consigna
de escribir lo que he venido viviendo.
Y en los grises albores de antes de las cuatro
me alcanzan sin remedio los encapuchados jinetes
que cantan su amor y su verdad sin desparpajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario