el corazón tranquilo calla
y se atraviesa entre los coches
por las grandes avenidas
o simplemente bebe de más
como si esperase a la muerte
calzando cómodas sandalias
y un alma contemporáneamente indebida.
Algunas veces el alma
es quien escribe el punto final
y cuando es así
el corazón queda fuera del juego
porque en ello radica la calma
en ser abdicadores de todo mal
aún si la maldad nos vuelve carmesí
y nos sabemos hijos del infierno.
La vida es un sorteo de patadas
y a mí me ha pateado el culo.
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