que todo rosedal implica espinas
que en la palabra siempre habrá esa dualidad
que sonríe o cercena
y que el poeta guarda sus rosas más lindas
para olerlas en la tempestad.
Aprendí a ser el hombre de humo revestido
que no solo se extraña desde el ser
sino desde la letra y del pecho invertido
y que el alma se reusará siempre a envejecer.
1 comentario:
Pero tú no lo aprendiste, ya lo sabías, aunque fuera sin saberlo, lo sabías, sin remedio.
Gracias, poeta
Un abrazo, Gabriel, un beso
m.
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