marzo 30, 2013

Al norte de los días

Al norte de los días
tu sonrisa en soledad
es mas cierta y más visible
que los pechos que pretendo
con mi verso arañar.

Y me sonrojo en las madrugadas
en las que soy viejo y estoy sólo
esperando el rojo en alborada.

Tu boca, tus senos, tus ganas
hambrientas de hallarme dispuesto
al más cálido de los infiernos,
me elucubran entre paladar y lengua
a nombrarte en la penumbra
que me carcome sin tregua.

Al norte de los días
mi vida en precariedad
es más dulce y más precisa
que aquel espacio sin tiempo
que tanto pretende amar. 

Imagina

Imagina que soy tu verbo, tu pasión
vuelta inciviles retazos de cartón,
ocarinas silvando entre tus piernas
negando de la verdad la densa niebla,
naufragando entre la calamidad del tiempo
a la espera de este latido que siento.

Imagina que entre un par de copas
es a ti a quien me bebo.

He sido siempre

A mitad de la ciudad, a oscuras,
sumido en los andares cristalinos
de los propios pasos haciendo
un estertóreo eco invadido
del graznar de los cuervos
que tras de mí van pereciendo.

He compartido mi copa
en el fulgor de lo alto
que tanto mira para abajo,
he bebido la cicuta bendita
que me maldice mil veces
mientras te quito la ropa,
he imaginado la Muerte
que a diario me ronda
besando mi falo y mis labios
contarle al diablo su suerte.

He visto el callar de las luces
que han entrado tenuemente
por las jambas de mi ventana,
he escuchado el manso crujir
de los bolsillos cuando entre manos
pretender derrocar a las ganas,
he sentido el pecho de una Mujer
temblar en la cálida desdicha
de esta boca mía ya con canas.

He tocado una pieza de guitarra
para el gallo que preciso canta,
he esperado un verso maculado
abdicando cobarde al alba,
he muerto ensimismado tantas veces
mientras la vida me cobra con creces.

He sido el dios de aquel que espera
en lacónica compañía la ausencia
y la ebullición del amonio en la tetera,
he estado pendiente de la mirada
enamorada del trazo que la embauca
perenne al lastre cruel de la nada.

He sido siempre el mismo imbécil
que se atraganta de terribles noches
y de espesos humos inciviles,
he sido siempre aquel que en silencio
grita una blasfemia cruel y nacarada
auspiciada por la ebriedad del sentimiento.

marzo 28, 2013

Entre tu boca fiera y abyecta

Tengo un dragón
pastando sin aliento
a la sombra
de un calvo cerezo,
un demonio convertido
en uno santo tirano
apostando la aureola
en un tiro de dados,
una quimera copulando
tristemente y solitaria
entre estas manos mías
que a menudo sangran.

Tengo un par de besos
lanzados al aire
buscando a quemarropa
ser alguien,
una manía desgajada
de la gloria
siempre resguardada
en la propia memoria,
un caminar silente
que a menudo se aleja
de la gente
en la que se refleja.

Tengo un vampiro
que toma el sol
mientras se sonríe
en su perdición,
una horda de fantasmas
atravesando paredes
con la firme consigna
de caer en tus redes,
una llorona sin llanto
contando chistes
esperando que el alba
no llegue triste.

Tengo las bragas
de alguna muchacha
que quiso de mi
la letra y su escarcha,
una musa que sangra
siempre en mis ojos
por que mis manos
se envuelven en rojos,
una desgana en las ganas
de ser aquel
en el que tiembles
esperando el después.

Tengo una Luna gris
escuchando el maullido
de un gato malsano
que se sabe perdido,
una noche solitaria
revestida de la nada
en la que soy
un dios en desgracia,
un despertar sin brazos
abrazando la fe
de aquellos que elucubran
un pecho sin piel.

Tengo esa necesidad
de estallar por completo
a mitad de tus piernas,
entre la curva de tus senos
que siempre me enajenan,
entre tu boca fiera y abyecta.

Entre sus huellas marchitas

Vuelvo a ser ese aprendiz
de los pasos no dados,
esa sombra que huye del sol
y en lugar, de abrazarse
a la penumbra de tu mano
recoje las semillas del silencio.

Vuelvo a ser corriente marina
vencida por los peces,
la misma boca que sonríe
desgranada y rota,
las ganas de siempre
tendidas ante la Luna
posada en tu vientre.
cuando el diablo termina
por acunarse tibio
en mi regazo, en mi tinta
negra y sus fatalidades,
entre el papel corrompido
por la ausencia en la que
se acurrucan el desamparo
y la lluvia a caudales,
cuando soy el rocío
del inclemente desierto,
en el que claman mis dioses
embriagados y aún sedientos.

Y así, entre nubes de alquitrán
me embarco y sin más naufrago,
desde un comienzo pretendiendo
nada más que hallar un fiero final
en el fondo más letal de un vaso.

Vuelvo a ser ese daño irreparable
que otrora me partió en tres mitades,
el oleaje nacarado que medita
sobre el vaivén solitario, mientras
a solas se acompaña de la espuma
encontrada entre sus huellas marchitas.

marzo 20, 2013

De futuros estragos

Puedo compararte con la gloria
de aquel que después de perderlo
todo, se emancipa de la historia.

El manjar que tus manos ofrecen
a mitad de mi espalda erizada
de gato, en mis demonios vencen
la lontananza de calles eclipsadas
por el canto de la voz perenne.

Soy un encantador de serpientes
y en tu canasta de beldades
pretendo hacer que tu siempre
se arrope en mis fieras calamidades.

Y nunca he de ofenderme
caundo tu boca al trago
me incita a no defenderme
del desamor de futuros estragos.

Inevitable

Inevitable será la hora
en que ponga la mano
en el filo de tu cadera,
en el botón incivil de tu pecho
exonerando las banderas
de este pueblo mío,
tan triste y deshecho.

Te busco en el crucigrama
de diario, en la lectura diurna
de las noticias cual diagrama
de la hoz de la Muerte taciturna,
en las arenas de un desierto
que me quema lento y por dentro
cuando no me alcanza la amalgama
para trasnochar de ti sediento.

Inevitable será la noche
y todos los días infectos
en los que te carcoman
mis versos como insectos.

Lo que me duele

Lo que me duele es este
andar a tientas y a solas,
es el mar vertido siempre
entre mediocres caracolas.

La sapiencia de poder
tenerte comiendo de mi mano
el verso que tiendo insomne,
ante el palpitar bajo el vientre
me añeja las ganas y el devenir
en la boca de posar en ella tu nombre.

Nada sabes de mí
y sin embargo en tus ojos
muestras esa manía
en la que me enloquece
la idea de hacerte mía.

marzo 18, 2013

Telegrama

Sabéis amor mío, más de una chica me ha invitado a su alcoba. Y esta tenue grandeza tan sólo ha llevarme a recorrer mi propia tristeza.

Tan nublado y tan nocturno

A este cielo tan nublado y nocturno
sólo le hacen faltas los demonios
surcando los lares donde los locos
escuchan el sol deambular moribundo.

A mí sólo me hace falta saberte tendida
esperando de mis manos el trazo
que mantenga sumergido tu deseo
entre la lubricidad de tus labios.

Mientras tanto reconstruyo
mis manos vueltas pedazos.

No es fácil

Bien es cierto
que no es, para nada fácil
sentir un poema.

Hemos sido desde niños
adiestrados para soportar
el corazón
sumergido en salmuera,
entre témpanos de hielo
para que nuestras flores
al cabo de la noche
y la remembranza
caigan pétalo por pétalo,
sin que metidos de cabeza
en el silencio nos duelan.

Yo soy, tan simple como el nudo
en la garganta que a menudo
me trago; soy un látido insoportable
que de noche copula
con la melancolía extasiada
de todo aquello
con etiqueta de perdido,
soy el poetastro enamorado
de los soles que ya no existen
y sin embargo en mi piel
su recuerdo sin más,
atizan un fuego que refulge.

Bien es cierto
que no es, para nada fácil
escribir un poema.
cuando hemos sido privados
de todo aquello carente
de sentido por no ser táctil.

marzo 17, 2013

De la verdad y la mentira

La verdad no se halla
en las macetas rebosantes
de helechos que cuando chico
arrasé entre los juegos de pelota
y mi vocación natural
de explorador.

La verdad no es
sino una terrible mentira
equiparable al instante
de delirio en el que se cierran
las piernas de una chica
después de gritarle a dios
una vocal por segundos sostenida;
solo es equiparable
a la calma efímera
que viene después
de la guerra de dos cuerpos
esperando una mutua eyaculación.

Y aunque ciertamente
 es delirante y dulce,
siempre es corta
e irremisiblemente pasajera.

La carne también palpita

Pero la carne también palpita
y debajo de la cintura resucita
la forma en que tus formas
mi silueta de noche deforman.

Los pétalos en tus hombros,
tus labios en carmín cual cerrojo,
la desesperación de mis ganas
por quitarte de noche las bragas,
la inmundicia de mi lengua rondando
el centro menos clerical del cielo
que elucubra, el sabor de tus adentros
en los que naces y muero, entre el blanco
sísmico en el que pierdo el suelo.

Dios perdonará el látigo en la espalda
y el cosquilleo que me lleva a pensarte
latiendo incivilmente y desnuda
sin que te importe en el suelo tu falda.
 
Mi lengua se erizaría ante el sabor
de una exclamación sostenida en estupor
entres tus piernas, buscando tapanco
donde la belleza reafirme mi falo
y entretenga el vaivén de tu cadera
en mi razón que espera y desespera,
en el candor de los labios.

Al final de de esta gloria
pretendida muriendo sin casta
emancipo del diablo una eyaculación
verdadera y dulcemente nefasta.

En tus ojos suelo mirar
el mundo en fatídica bondad,
en mi mente suelo a solas recrear
artefactos que buscan tu cuerpo
suspendido entre ásperas sogas
en los que pueda recorrerte
y ofrendar tu sabor al bondage.

Pongo mis ganas a tus pies
esta noche, donde mi mano
no ha de pretender el después
sobre mi estallido inhumano.
 

marzo 16, 2013

Esta mano

Esta mano tan diestramente
siniestra, se afana en alojar
entre los dedos una calavera
sonriente, en la que busca
recrear el sabor de la mar.

Y entre el vaivén cruento
de la sangre esta misma mano
es la que cierra puertas
y ventanas, para olvidar
la calidez del silente rayo
en el que perecen mis ganas
atadas del cuello al cuento
que he de contar, cuando
cuando entre lunas me hallo.

Esta mano, siempre tan dadora
de estragos resplandecientes
y lutos inmorales y sumisos,
se abanica del polvo diario
navegando entre lo malsano
y lo más efímero de la gloria
cuando espera hacer total mutis
de su llanto esperando enamorada
el último y más rotundo de sus trazos.
.
Esta mano se ha cansado
de andar embadurnada
procurando esa terrible
soledad hallada en el blanco.

marzo 15, 2013

Hay un punto

Hay un punto justo a mitad
de la sombra que va y viene
de mí, siempre con ganas
de más de este verso de arrabal
que del ombligo la sostiene.

Pero el fin del mundo no logra
acercarse a esta tibia hoguera
donde a sus pies. pueda coser
los míos, preñados de la espera
contenida entre letras neceser.

Y no sabré decir jamás
si aquello que he logrado
-el pan de diario, la mirada
recubierta de grisácea sal,
el verso de razón emancipado-
le bastarán para quedarse
junto a mí, cuando sin luces
la ventana le incite a largarse
de este albor mío con sus cruces.

Hay un punto justo a mitad
de la sombra que va y viene
de mí, siempre con ganas
de despertar cubierta del mar
y del levante que a sus pies conviene.

De ese exilio lento

Han de doler más las noches
en las que el pecho resuelve callar
y las manos se caen a pedazos,
aquellas en las que un fino silencio
logra colarse después de tender
al sol el alma en mansos retazos.

Hoy, me retiro a mis aposentos
fúnebres y dulcemente perversos,
a las fauces de ese exilio lento
en las que espero estalle el universo.

Esta noche la Muerte
no ha venido a cobijar
con su beso mi frente. 

marzo 13, 2013

Como siempre

Es en esta soledad donde ronda
enamorada la palabra recién
afilada, con el vientre preñado
de tinta negra y espesa sangre.

Como siempre he vuelto
los ojos al cielo esperando
que ceda y caiga a pedazos,
como siempre los cipreses
se levantan de las tumbas
en las que fueron enterrados.

Y es en esta efímera gloria
en la que nada sabe el que lee
del que escribe, donde alimento
mi alma y mi suerte a estas horas
pretendiendo que me traigas,
entre la boca y el pecho
en tan suave vaivén como el viento.

marzo 12, 2013

Retazos X

LXXXVII

Quizá, por que las huellas dactilares
de mis dedos llenos de triste hollín
se han borrado de los transitados lares
y de la caricia que se alejó de ti,
he venido siendo aquel futuro
disuelto entre una copa de cianuro.

LXXXVIII

El diablo me trae entre los labios,
la Muerte ajusta la soga del cadalso
en esta noche de fakires deslcazos
en la que nada pregonan los sabios.

LXXXIX

A esta guitarra le falta compañìa
y el cobijo de una fe de erratas,
una voz que al silencio no tema
ni a caso al sentimiento como farsa.

Mi estertórea voz es de aquellas
que ha de rebuscar entre tus ropas,
la razón en la que refulge la estrella
sumergida entre pasiones y copas.

XC

Tan fugitiva como el rojo de la aurora,
tan Alicia en el país recubierto de pesadillas,
tan marcada de una belleza sombría.
Pudiera yo a la noche contarte
de aquel callejón donde tu boca
me ató al pescuezo una roca
y un recuerdo demasiado besable.
Tan alejada en la distancia y el tiempo.
en la calidez del abrazo nunca perdido
yaces sujeta  a este febril sentimiento
por saber que alguna vez he vivido.

Tan fugitiva
como el escozor
de un añejo
y dulce estigma.

XCI

Dejo una estela de humo
por donde quiera que voy,
un verso entre los árboles
para saber donde estoy.

Pero muy a menudo
junto a la Muerte me esfumo.

XCII

Sigo la escuela Pitagórica,
con sus cuatro horas de sueño por día,
aunque de forma categórica
rechazo la sobriedad por cofradía.

De mis botellas sale un genio
que sabe  mucho más de la vida
que aquel que en sobriedad olvida,
la belleza del corazón infecto.

Pero debo dormir cuatro horas,
para mirar en soledad la aurora.

XCIII

No existe nada más cierto
y más eternamente brutal
que este mirar a oscuras
los reflejos de un lago sideral.

XCIV

En mi bitácora de diario
una inscripción resalta
como el ritmo de caderas
de aquella extraña muchacha
que sonríe mientras me mira
siguiéndole entre las rojas llamas
de esta sublime y personal pira.

Y ya después nada recuerdo
de la inscripción, y sin embargo
me queda en la conciencia
esa humedad que viene con el sol.

Escribí algo sobre la Muerte...

XCV

Dejo que todo fluya,
la vida, el pecho, las manos,
la boca, el verso inhumano,
también he de dejar
que entre espejos de sal
la Musa sonría y huya.

XCVI

Trabajo, bebo, siento,
escribo, duermo algunas
horas; despierto, trabajo,
siento, bebo, escribo,
duerno algunas horas...

Y así sucesivamente.

XCVII


Muy a pesar de todo,
las mariposas van conmigo
y germinan esta campo de trigo
sembrado en un banco de lodo.

¡Què ingrata la vida para ellas!
-comentan las estrellas-.

XCVIII

Sigo escuchando un blues
que nada dice y se empeña
en elucubrar lo bajo y lo sucio
del sueño en el que yaces
debajo de mí y en mis manos
luces altiva y risueña.

IC

Cuando a caso despido
de noche el talante y las ganas,
cuando pepeno mis letras de la basura
con la ilusión de hallar en ellas tus bragas,
cuando he bebido y flaquea mi armadura
en la que el demonio a bocados me traga,
cuando vuelvo a ser aquel que espera
en la misma silla solitaria sentado,
ha de dolerme tanto retazo
escrito para que me comprendieras.

C

Todo esta funesta palabrería
se ha rehusado a salir de mis fauces
al saberse creciente entre mis manos.
Mis labios, haciendo mutis y paces
con aquello que me recorre malsano
el pecho, al cabo de finalizar el día,
han preferido la forma de lo errado.

He dejado un abrazo prendido
al instante en que me habéis mirado
dando penas y penosos tumbos
por los andares ensimismado
del gato con sueños de moribundo;
he dejado el alma y los huesos en ello.

Se piadoso con estos versos
que nunca han querido más
que aquello de su  ínclita verdad,
donde reposa la calma
de la tormenta con su manto de sal.

De mis retazos,
el alba rojiza
busca sin plazos
el ojo en que cicatriza.

marzo 10, 2013

Retazos IX

LXXIII

La tormenta sabe a lo mismo
cuando ha de ser la espalda
la que trae punzante
el océano, y una navaja
bajo la lengua nos recuerda
empapados el silencio
del nocturno tunante.

LXXIV

Quién se atreve a besarle
la mano a la Muerte,
quién aterriza el deseo
de la carne en este suelo
pisado sin suerte
por tantos cobardes,
Quién juega a esconderse
de la gloria impracticable,
quién no vomita plegarias
ante este cielo deshechable.
Quién escala los infiernos
sobrio de malas tintas
y aterciopeladas pasiones,
quién se abanica con pétalos
de una rosa eternamente marchita
cuando callan las canciones
con la guitarra en cinta.
Quién se jacta de hacerse
el imbécil al pacto del latido
que ha nacido inclemente.

LXXV

Tras la cortina miro
el rumbo de los coches,
la gente que a diario pasa,
mientras espero y le estiro
la mano a la noche.

Y entre mis pausas perdidas
reconforta encontrar a la Muerte
preñada del vaivén de la vida.

LXXVI

He de avisar la bandera
de todo aquel derrotado
por la grandeza.
He de beber la tristeza
de todo aquel calcinado
por la espera.

He de ser aquel que nombra
entre tinta y papeles
aquellos oropeles
en los que busco mi sombra.

LXXVII

Sumido en la ausencia
revuelvo el polvo del cajón
en el que yace la carencia
prendida a una oración..
Con mis arcas de letras repletas
he de seguir al dios
que se marchó con mis maletas.

LXXVIII

A pesar de lo grisáceo,
de este mundo tan mío
y tan inclemente,
han de venir a revolotear
cerca de mi bellas mariposas
sin miedo de su suerte,
sin el temor de aguzar
su belleza en la nariz
de este gato improcedente.

LXXIX

Dos grietas a mitad de las paredes
remarcan lo que es y será la vida,
aquel pez que no logró huir de las redes
de la Gloria a pesar de estar podrida.

Prefiero ser el loco
que escribe a hurtadillas
sin la necesidad
de esta fiera bombilla.

LXXX

Quizás no exista la necesidad
de que estas manos imaginen
la línea divisoria de tus bragas,
el sabor de la salvia en tu boca,
los cálidos linderos de tus pechos
recrudecidos en mis fieras ganas.

Aunque quizás no exista
aquel dios llamado nada.

LXXXI

Me ha dado por escuchar
últimamente,
el crujir de media noche
de los huesos,
la carraspera de las aves
sin vuelo,
la O sostenida en la boca
de la Puta,
el estertor carmesí del sol
de febrero.

Me quito la cabeza
para volver a escuchar
mi propio pecho.

LXXXII

Sumerge los dedos 
en una solución de sal
y el más feroz de tus tragos, 
reviste tus paredes de cal
y procura callarles la boca,
enmarca en oro los estragos,
acumula en tu calzado una roca
y el resto es sentarte ante la noche
a esperar del verso la verdad.

LXXXIII

A ti, que encabezas mi lista
de demonios preferidos,
mis canciones detonadas 
entre silencios y alaridos,
mi palabrería dando tumbos
entre volutas entristecidas
que me perfuman moribundo.
A ti, que me recibes malherido
después de esta guerra sin batalla
he rezarte en un verso maldecido.

LXXXIV

Esta voz no da para más
cuando el vivir es por inercia
y en la garganta se sufre
el trastocamiento de la arena.
Son mis manos el motor
que no se queda sin combustible,
la revolución que pretende
hacer de esta locura en combustión
un medio capaz de ser vivible.

LXXXV

Es curioso hallar en la bebida
un medio equilibrado
donde la que da tumbos,
es sin más remedio la vida.

LXXXVI

Algunas veces recuerdo
las fotografías bajo el polvo
por los años acumulado.

Ahora mismo que las miro
ha de quedarme claro
que tu abrazo huyó radiante
intuyendo mis fúnebres faros.

Algunas veces recuerdo
cuando mis ganas inocentes
buscaban en tus labios
callar este destino inclemente.

marzo 06, 2013

Retazos VIII

LXVIII

Vuelvo a la tinta salpicada
de astillas de platos rotos,
al papel que elucubra en silencio
su blanco con alma de moro.

Al pie de la escalera
son voraces los gusanos
que de noche esperan
para comerme las manos.

LXIX

Con la sal en la mirada
la mariposa termina su ronda
con las alas vacías
y el vuelo marcado en zozobra.

Algunas veces en mí posa
sus ojos a mitad de un aleteo,
y así siento nacer una rosa.

LXX

En mis gavetas hay lugar
para las memorias indecentes,
para el amor al filo del machete
y un espacio reservado
para la exquisita vaguedad
a la que me lleva del brazo
el demonio vestido de Muerte.

LXXI

Luce una sonrisa mascarada
y el escote en tono de blasfemia,
zapatos altos, las pestañas rizadas,
el vientre visiblemente descubierto
y en la mirada toda su carencia.

Triste resulta la propia vida
cuando es negociable
la carne que no es prohibida.

LXXII

Tienes razón en todo aquello
que conlleva al fatídico verso,
cuando descalzo y silente
ha de estallar bajo el vientre
aquel retazo en el que somos universo.

Algunas veces me muero de ganas,
otras tantas,
amordazo la desgana en la Muerte
que te trae hasta aquí
entre el latido y mi tinta en grana.

LXIII

Mar adentro una bandera resalta
ondeando el fulgor de la sal
nacida a mitad del estertor
tendido a medio día al sol,
surge la palabra y embellecida
elucubra los pies descalzos
rondando la gloria del verso
rodeado de un blanco cadalso,
ataviado en dualidades insomnes
taladrando con su beso la noche.

LXIV
  
Las sombras han de dejarme
un beso sellado en tinta negra
en el cajón de mi perdición,
las luces han de ser siempre
motivo de inclemente renuncia
y para mi verso y su abdicación.

LXV

Me acuso de ser
aquel que te sueña desnuda
prendido a esta desesperanaza
del papel y la pluma.

Saberme en el incivil infierno
no me resulta tan dañino
al encontrarme siempre en invierno.

LXVI

Colgada de la Luna una pasión
se pinta los labios de carmín
y no se inmuta al mirar el reloj.

Yo le aconsejo dejarme dormido
en la espesa calma
del después de un par de trago,
dejar con vida el alma
de aquel poeta empedernido
que recoje en su vaso los estragos.

LXVII

Me pesa en demasía la mirada
de aquellos tiempos de antaño,
las propias ganas seducidas
por la gloria cada vez más alejada
de mis aún carentes años
con vocación de suicida.

Tómate un trago conmigo,
fúmate mi eterno cigarrillo
y conocerás el estribillo
que le canta nocturno a mi ombligo.

LXVIII


Tan sólo he de pretender
con esta luz de Luna
eyacular, siquiera alguna,
de mis maneras de perecer.

LXIX


Mi Mujer de ha visto cansada
de dormir con este eterno muerto,
se ha sacado los ojos en frenesí
sin mirar este espasmódico huerto.

No es que me pese la realidad
que viene devorando mis huesos,
es que me duele más en sobriedad
este regurgitar nocturno de versos.

A pesar de mi ebriedad,
siempre he de cuidar su sueño.

LXX

La llegada de las sombras,
el tabaco en los labios,
el trago en su diaria ronda,
lo que olvidé de los sabios.

La letra que he pretendido,
los amores que he malgastado,
los cirios antes de tiempo prendidos,
el espanto en un tren descarrilado.

Nunca he perseguido más
que el propio sueño
carente de precio y de dueño
enroscado en un negro alcatraz.

LXXI

Como el demonio lascivo
de las noches más solitarias,
como aquel dios crucificado
cargado de ladrones a cada lado,
como a salvedad puesta en rebaja
en cada supermercado.

Hoy que mi letra viene a la baja
propongo el empeño del alma
a pesar de andar cabizbaja.

marzo 05, 2013

Retazos VII

LIX

Algunas veces resulta
tan dulce la vida
a pesar de traer la Muerte
en los huesos adherida.

Me reconforta saber
que entre los grises
seguirán resaltando
radiantes carmines.

Tu boca, es el cementerio por donde
mi fantasma enamorado ronda.

LX

A veces suelo perderme
entre las transparencias
que no hacen más
que reflejar querencias.

De noche, pongo mil trampas
esperando atrapar ese cáncer
de las letras vueltas peces
flotando en cualquier parte.

Aunque también suelo
pensarte tibia y desnuda,
cuando tus ojos me miran
y han de amarrarte a la duda.


LXI

Cierto es que soy
un animal nocturno
y un gustoso bebedor,
que logro enamorarme
de la rosa, si marchita
es capaz de derrocarme.

Dejad que sea el silencio
quien reclame la ventura
de este fiero sentimiento.

LXII

A mi sombra le preceden
los rayos de una estrella
siempre dispuesta a degollarse
por no creerse febril y bella.

Ella sabe que trasnocho sin lengua
por aquellos desalmados ratones
que me hicieron rehén de jugarretas
apagando mi voz y mis canciones.

LXIII

He preferido el viento fresco
de una noche fugaz cualquiera,
a sentir la mentira de ese instante
en que tus labios en salmuera
puedan izarse ante mi levante.

LXIV

La más Puta de todas,
la más bendita y la más obscena,
adolece bajo el vientre algo más
que a solas tomar su cena.

Yo le ofrezco una mano
y mi beso en la frente,
y este verso ajeno al libido
con que elucubra la gente.

La más Puta de todas,
es capaz de escuchar
entre la longitud de sus piernas
al más enamorado rapsoda.

LXV

Nunca he negado ser un cretino,
un vicioso, un letrista incivil,
un amante de la noche empedernido.

Tampoco me he dado de pureza
aquel tan contaminado baño
esperando afianzar la grandeza.

Nunca he dado por perdido
el camino al que me llevan tus piernas
buscando un cielo por latido.

LXVI

Hoy, mi pecho eyacula pasiones
que otrora di por perdidas,
hoy, han de ser mis terribles ganas
las que temen al sentirse enmohecidas.

LXVII

Lo malo de aquello del trago
es el recuerdo que sobreviene
sin etiqueta de perenne.

Lo malo de sentir tus caderas
es esta chispa que no ha de lograr
hacer estallar tu mansa madera.

marzo 04, 2013

Poblando mi pecho

Poblando mi pecho, resalta una arboleda
que ha de esconder un lugar para las aves
que no han sabido lidiar con lo etéreo,
con la barba de todos aquellos dioses
vestidos de blanco a pesar de lo funéreo.

Pero es tan grande la Luna que revienta
las tripas esta noche sobre los tejados,
que nada me importa, ni la cola del diablo
ni la Muerte que se agita diestra en los cristales
que me limitan la vida dentro del vaso.

Poblando mi pecho, hay un verso
trastocado de tristeza y de quimeras
que a mí vienen, buscando la grandeza
de aquellos amaneceres en desperdicio
en los que he de buscar el universo.

Pero entre del espesor de mi verde maleza
sigo siendo el mismo que fuma y te observa
de pie por los rincones difuminados
creciendo febril ante el sol, como la hierba.

marzo 01, 2013

Retazos VI

LII

Nocturna, tras los helechos
por los que respira la muerte
vienes a pasearte del brazo
de una tragedia silente.

LIII

Busco lugar entre las yemas
de tus dedos, bajo la savia
transfigurada en ardiente saliva
esperando que dios estalle en deseo
entre la comisura de tus labios.

Mientras tanto es mi letra
la que sin más te besa.


LIV

Pareciera que entre cristales
la vida encierra cierta humanidad,
que parado a mitad de la humareda
se puede hallar una grisácea verdad;
pareciera también, que de la esclavitud
del vicio es posible el brote de la virtud.

LV

Puede ser, que me sobren
todos aquellos años
que por mí no han corrido
y sin embargo han hecho daño,
cuando sentado en soledad
escribo toda esa palabrería
seducida a quemarropa
por aquella dulce ebriedad
que ha de conocer mi pasado
y no repara en saber mi edad.

LVI

Renace de la imposibilidad
misma del ser, de la probidad
fatua hallada en el sendero
por los que transitaron los dioses
hallándose con la mortandad.

Y yo, que vivo y sin remedio
muero con la misma facilidad,
he de guardar mi pasión malva
entre el deseo de tu frugalidad.

LVII

Traer dos alfileres clavados
en cada ojo,
una lanza en cada costado,
un machete a mitad del brazo
y en la boca el óxido
del cerrojo,
la piedra de Sísifo en el zapato,
dos panes enmohecidos
y un par de peces
que de la red han huido;
una bandera ondeando
en el barco de lo perdido,
una pluma y blancos papeles,
una musa que sin más corone
con sus espinas las sienes
y una Luna en lo alto
observando al insomne.

Mi verso no necesita más
que lo que ya traigo
tan recubierto de sal.

LVIII

La escalera en su tercer
peldaño, ha dado muestra
de ser un signo inequívoco
donde elucubran los gatos,
su pared encalada refleja
una pasión en tono carmesí
de la Muerte enamorada.

La escalera tiene espacio
suficiente para dos
y una vista inclemente al cielo
cuando me quedo sin voz.